LO
JURÍDICO Y LO POLÍTICO: RAJOY
Aunque
con éste título tan rimbombante de: lo jurídico y lo político, hay tema para un
libro de muchasmuchas páginas, tropecientasmil, o más, lo único que quiero
ahora es relacionar ambas ideas con la intervención del caballero señor don
Mariano Rajoy Brey, habida en relación con eso que se ha hecho tan famoso del
referéndum del 9 de noviembre en Cataluña, que, según el Presidente, no existió
pero es ilegal.
Alguna
contradicción parece haber entre determinar que algo no existe y decir que ese
algo inexistente es ilegal, salvo que sea una ilegalidad inexistente, en cuyo
caso todo cae dentro de la crítica utópica, camino seguido en el arte, sin
demasiado recorrido hasta el momento. Pero dejemos eso.
La
respuesta que escuché del caballero señor Presidente del Gobierno del Reino de
España, en su intervención, ha sido la propia de un buen y previsible
Registrador de la Propiedad, de un Abogado de la burguesía; también la propia
de un Presidente del Gobierno en una democracia liberal, ya que difícilmente se
podría escuchar a alguno, no insurgido de una revolución triunfante, decir que
estaba conforme en saltarse la Ley. Ni a un Registrador de la Propiedad, por
oposición, ni a un Presidente del Gobierno, por elección, se le puede pedir tal
cosa.
Lo
que el caballero señor Rajoy ha dicho en su comparecencia ha sido la vieja
cantinela de: de la ley a la ley, que les sonará añeja pero real a todos los
que peinen ya las suficientes canas. Y ese de la ley a la ley, requiere en el
presente caso la reforma de la Constitución. Los catalanes, lo que tienen que
hacer es proponer que se reforme la Constitución, para ir de la ley a la ley,
sin ruptura.
Sin
la menor duda el caballero señor Más lo sabe perfectamente, que eso es así; lo
sabe por sus asesores, por su sentido común y porque se lo ha dicho clarito el
caballero señor Rajoy y todos sus señores correos, pero no le interesa, y quizá
tampoco pueda, debido a sus compañeros de viaje, escucharlo con
aprovechamiento. Por otra parte, al ver tan lejana la posibilidad de una
reforma constitucional que dé a Cataluña lo que ahora empieza a querer cada vez
con más fuerza, lo probable sea que se decida convocar elecciones anticipadas,
plebiscitarias, que desemboquen en la alternativa de: o reforma de la
Constitución para la creación de un Estado Federal, o fin de la democracia liberal,
para que permanezca el Estado Español tal como lo conocemos.
Rajoy
lleva razón al decir que él no se niega a estudiar una reforma de la
Constitución, que, para dar entrada a lo que se pide desde Cataluña sería una
verdadera mutación constitucional, pero que debe ser propuesta así formalmente,
y que nadie lo hace.
Reformar
la Constitución para hacer un Estado Federal tiene sus dificultades; la
primera, la naturaleza ya señalada de que lo que se haría sería una mutación,
no un cambio constitucional, pero hay otras. Y esas otras dificultades son aún
mayores. En un sistema federal español futuro ¿tendrían cabida diferentes
competencias para los diferentes territorios, que afectaran a elementos clave
de la soberanía, como el sistema fiscal, por ejemplo? ¿El cupo vasco y el
régimen navarro, son compatibles con un sistema de listas competenciales
propias de un Estado federal?
Áteme
usted esa mosca por el rabo, y no es la única que vuela.
Como
Rajoy no tiene respuesta política que dar al órdago político que se lanza desde
Cataluña, responde con argumentos jurídicos, propios de un buen Registrador de
la Propiedad, pero, absolutamente impropios de un político, si no los
complementa con una alternativa política a lo que desde Cataluña se está
planteando, no a Rajoy, nos lo están planteando al resto de España.
Y
a mí no me gusta nada constatar, pero creo que es lo que está pasando, que
desde Cataluña nos están planteando que España ha de renovarse, y que ellos
señalan el camino de esa renovación.
Sería
conveniente que se analizaran los elementos de racionalidad que pudieran
existir en su querencia, aunque afectaran a la forma del Estado, y supusieran
una mutación o novación constitucional, si no se quiere poner en riesgo,
nuevamente, la pervivencia de la democracia liberal entre nosotros.
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