DEMOCRACIAS
LIMITADAS
Que
el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, decía la célebre canción, que
luego tipificaba el siglo XX como de maldad insolente; al XXI aún no lo han
descrito, pero las palabras que lo puedan definir ya están inventadas.
La
llamada democracia ha funcionado entre nosotros como una religión, y se ha
convertido en una creencia religiosa, para lo que más que nada es necesaria la
fe, y no otra cosa, hechos, para que se mantenga.
Cualquiera
que critique esa fe sobre la base de los hechos concretos de la vida diaria y
de la historia, ha de ser anatematizado, y cuanto más la democracia se
convierta en un cascarán vacío, más fe necesitará, y más cruda será la
anatematización del crítico.
Cada
vez habrá más personas en los límites de una creencia que se mantiene más por
fe que por comer de realidades.
Entre
nosotros esas realidades son bien contrarias a la pervivencia de la creencia,
por lo que o tenemos la fe del converso camionero, o somos antisistema.
Para
mantener la fe en la democracia, los
trabajadores han tenido que aceptar sin rechistar trabajar más años, teóricos,
en su vida laboral, y restringir derechos en sus contratos de trabajo; han
tenido que aceptar pagar más impuestos y cotizaciones sociales, al tiempo que
han tenido que aceptar pagar más por los servicios y prestaciones que reciben a
cambio de los impuestos; han tenido que aceptar dar un porrón de miles de
millones de euros a unas entidades financieras quebradas y corrompidas hasta el
tuétano y hacer como que no veían la connivencia con ellas de las
organizaciones públicas encargada de su control; han tenido que votar
mansamente a los alternantes que han
pastoreado toda esta situación que estamos viviendo, y han tenido que aceptar
leyes que les multan si protestan por esta situación demencial, al tiempo que
los ladrones reciben todos los beneficios de una justicia que no funciona, lo
que la hace funcional para el sistema.
Todas
estas cosas han limitado la democracia, son, sin la menor duda, límites de la
democracia, o, por decirlo de otra manera, son la manera real en que la
democracia ha estado funcionando entre nosotros. Ha sido necesario recurrir a
hablar de la democracia como fe, y solo por fe ha sido posible seguir hablando
de democracia, porque a todo lo anterior ha de añadirse el funcionamiento de
los partidos políticos, el sistema electoral y un largo etcétera super e infra estructural,
que han convertido al sistema en un cascarón vacío, cada vez más necesitado de
fe, e inquisición para sustentarse.
¿Puede
la democracia de verdad conocer este tipo de limitaciones? ¿Le puede pasar a la
democracia eso de estar un poco embarazada?
Y
ahora van y nos dicen que, por ejemplo, en Grecia, el hecho de que el pueblo,
ejerciendo su soberanía pueda optar por una alternativa diferente a la actualmente
existente, pone en peligro la democracia, y la pertenencia del país al club de
mercaderes al que pertenece. Lo mismo dirán en España cuando se acerquen las
elecciones y la casta moribunda se enfrente a las papeletas: ¿habrá fe suficiente?
El
club de mercaderes al que pertenece Grecia se ha arrogado el derecho a decidir
lo que conviene y lo que no conviene a los griegos, y acepta señalar el buen y
el mal camino. Ese club de mercaderes no acepta haber cometido error alguno, ni
tener responsabilidad alguna en la situación, ni negociar, ni que se haga algo
distinto a lo que decide que deba hacerse, no obstante carecer de una
organización racional y política que la sustente.
Los
griegos deben votar con miedo, pero con miedo ¿a qué? Con miedo a separarse de
los mercaderes, a no segur el camino que se les ha señalado por ellos. ¿Quiénes
son ellos?, ¿Qué representan? Ellos son, entre otras cosas, grandes fondos de
inversión multinacionales, y, en realidad sin nacionalidad alguna, muchos de
los cuales operan desde paraísos fiscales que existen legalmente en la UE sin
que esa organización sepa, o quiera, acabar con ellos. Ellos deciden lo que es
bueno y lo que es malo, lo imponen y meten miedo.
¿No
tienen ellos nada que temer? ¿Es el proyecto europeo el proyecto de la gente? ¿No
están corriendo riesgo alguno los amos del cotarro cuando meten miedo a la
gente al momento de decidir lo que quiere y lo que no quiere?
Si
lo que se llama el mercado solo es capaz de funcionar con una democracia
limitada cada vez más, y con fundamento en la fe, no en los hechos, ¿Cuánto
tiempo va a pasar hasta que estalle una nueva guerra de religión?
Esta
forma de entender la democracia, con base en la fe, y en el miedo al mercado, está
abocada a una crisis de los tulipanes.